La primera prueba arqueológica del uso de maquillaje se encontró en el Antiguo Egipto.
Los labios se pintaban con pigmentos de colores rojizos y violáceos mezclados con cera o grasas, a semejanza de las pinturas que se empleaban en arte.
Siempre he pensado que pintarse los labios tenía un sentido puramente estético, pero no sabía que se podía convertir en una acción reivindicativa como en 1912, en que el movimiento sufragista utilizó el pintalabios rojo como símbolo de la emancipación femenina y de lucha en sus marchas por Nueva York.
También es muy curiosa la importancia que se le dio en la Segunda Guerra Mundial, cuando se utilizaba el rojo de labios como icono de una sociedad.
Tanto fue así que las mujeres de la Marina tenían una barra de labios oficial, el llamado «rojo Moctezuma», que iba a juego con su traje. Imaginad la importancia que un puñado de militares concedería a ese diminuto objeto para convertirlo en parte de la indumentaria oficial…
Los labios son una de las zonas de nuestro cuerpo con menos capas de piel y sin pigmentación, de forma que los capilares interiores se transparentan, dándonos la tonalidad rojiza. Poseen una gran sensibilidad a la temperatura, la humedad, las sensaciones… son una forma que tenemos los seres humanos de conectar nuestro interior con el exterior, una puerta que deja entrar pero que también nos ayuda a dejar salir… Son muy delicados (no puede ser menos, con toda la responsabilidad que tienen) y no siempre los cuidamos con el cariño que se merecen…
Por todo ello, cuando me puse a pensar en crear la línea de maquillaje, lo primero que me vino a la cabeza fue un labial rojo, pero quería un labial que cuidase el labio, no que solo fuera bonito.
Hacer la base del pintalabios fue relativamente fácil: lo importante era combinar aceites, mantecas y ceras que cuidasen la piel del labio, como la manteca de cacao orgánica y el aceite de jojoba macerado en vainilla. Más difícil fue elegir los pigmentos ideales sin salir de los conceptos naturales y veganos de Taller de Alseide.
Para hacer toda la línea de maquillaje artesano solo se han utilizado plantas tintóreas y pigmentos minerales. En concreto, la planta base que he utilizado en la fabricación de los pintalabios, tanto por su poder curativo como por ser un gran colorante, es la Alkanna Tinctoria, conocida popularmente como «raíz del traidor».
La raíz del traidor fue una planta muy utilizada por los druidas en la época medieval e incluso por los antiguos sacerdotes celtas para realizar curaciones en la piel debido a su poder cicatrizante. De hecho, y debido a su color rojizo en la piel, los inquisidores prohibieron el uso de este tipo de plantas por su secretismo.
Esta planta fue utilizada en la antigua Grecia como cosmético colorante de mejilla. Su uso se popularizó entre las damas de la corte de Francia en el siglo XVI.
También se tiene conocimiento de esta planta en Norteamérica, más concretamente en los indios que utilizaban la raíz del traidor para tatuarse el cuerpo y la cara.
Para darles la tonalidad adecuada he utilizado óxidos de hierro y otros minerales que dan unas tonalidades naturales preciosas. También he utilizado micas, que son composiciones de minerales con brillo.
El resultado ha sido una gama de tres colores, nude, marrón y rojo, muy naturales y bonitos.
Cuando se trabaja solo con minerales y vegetales es difícil conseguir las tonalidades que se logran utilizando colorantes químicos o animales, pero realmente vale la pena prescindir de esos colores tan intensos.
Los pintalabios van envasados en unos bonitos tubos de cartón; de esta forma intentamos reducir los residuos que creamos y evitamos la utilización plásticos.
Espero que disfrutéis con ellos tanto como yo he disfrutado creándolos.
Ester.