En estos momentos se habla mucho del jabón, y seguro que todos sabéis bien por qué…
Se publican muchas recetas de jabones y se promocionan jabones que sirven para todo… Pero eso no es cierto. No todos los jabones son iguales.
Un jabón que es bueno para la ropa no es bueno para el cuerpo, y viceversa. No es lo mismo el jabón de Castilla que el de Marsella o el de Alepo… En el mercado hay una gran cantidad de jabones: jabones que parecen jabón, pero que no lo son, jabón fabricado en grandes jabonerías con técnicas modernas, y jabones artesanos, que se fabrican en pequeños lotes.
El primer tipo casi ni lo voy a nombrar, son detergentes con químicos fabricados imitando una pastilla de jabón y son muy baratos. Los segundos son jabón, pero las técnicas que se utilizan hacen que su calidad baje y utilizan aceites más económicos. Y por último los artesanales, que son los que yo conozco y de los cuales puedo hablar.
Partiendo de ese punto ajustaremos nuestra fórmula: no es lo mismo quitar la suciedad de la ropa que mantener en perfecto estado nuestra piel.
Cuando queremos fabricar un jabón para cuidar nuestra piel utilizaremos los aceites de primera prensión en frío y virgen. Este tipo de aceites han sido extraídos por el método de presión en una prensa de aceite y para su obtención nunca se han sobrepasado los 40 ºC, para garantizar que se conservan todas sus propiedades. Un buen jabón corporal tiene que limpiar y cuidar la piel y para ello es necesario que se someta a un proceso de sobreengrasado.
Pero ¿qué es el sobreengrasado?
Empecemos por lo básico: un jabón se fabrica principalmente a base de aceites y mantecas, agua y sosa. Mediante una reacción que se llama saponificación —y que ya os explicaré en otro post, porque es largo de contar— el resultado de juntar estos tres ingredientes es el jabón. Se necesita una cantidad x de sosa cáustica para saponificar una cantidad y de aceites o grasas. Si todas las grasas se saponifican, el jabón será demasiado fuerte para la piel: la limpiará bien, pero podría resecarla y estropearla. Es por ello que añadiremos una determinada cantidad de aceites extra para que ese jabón hidrate y cuide la piel. Y eso es lo que denominamos «sobreengrasado».
Ahora ya disponemos de un jabón ideal para la piel, pero si vamos a lavar la ropa ese sobreengrasado va a ser un incordio, porque nosotros queremos que nos quite la grasa de la ropa, no ponerle más…. Cuando queremos fabricar un jabón para lavar ropa lo que más nos importa es que limpie. Este tipo de jabones se hacen con una cantidad de sosa cáustica más elevada, lo que podríamos denominar un sobreengrasado negativo… En este caso, no tendremos mucho en cuenta si el aceite es virgen o no: realmente lo que nos importa más son las propiedades limpiadoras de los aceites.
Antiguamente cada tipo de jabón se conocía por su formulación y por su fabricación. Hoy en día de esos jabones solo queda el nombre. Las fórmulas que se utilizan actualmente son muy parecidas para todos los jabones. Os voy a contar las características principales de algunos tipos de jabones.
Jabón de Alepo
Este es uno de los jabones más antiguos que se conoce, se fabricaba en Siria, en la ciudad de Alepo, y por lo que destacaba era por su contenido en aceite de laurel y su largo periodo de curación: unos nueve meses antes de poder utilizarlo. De este jabón no se sabe mucho más, pero hay referencias de él de hace más de 2000 años. Hoy en día a los jabones fabricados con una cantidad alta de aceite de laurel se les llama jabón de Alepo. Jabón de Castilla Este es el jabón que se fabricaba en España entre los siglos X y XII. Su característica principal era que estaba hecho con aceite de oliva. Era un jabón muy valorado en toda Europa y utilizado en todas las cortes. Una cosa muy curiosa es que el jabón de Castilla no se elaboraba en Castilla, sino que se fabricaba en Sevilla. Eso sí, en la calle Castilla, donde se encontraban las jabonerías o almonas árabes.
Sevilla era una zona perfecta ya que para fabricar este jabón se utilizaba el aceite de oliva de los campos de Jaén, y del Guadalquivir conseguían las plantas marinas de las cuales se extraía el dióxido de sodio. El jabón de Castilla original era un jabón blando y muy bueno para la piel, muy hidratante y nutritivo, no hacía mucha espuma y no era demasiado eficaz para la ropa. Este jabón se sigue utilizando hoy en día, pero se suele mezclar con otros aceites como el de coco o ricino para equilibrar sus propiedades. Se suele llamar jabón de Castilla al jabón fabricado en España con un 50% mínimo de aceite de oliva.
Jabón de Marsella
Para hablar de este jabón tenemos que avanzar hasta el siglo XVII. La jabonería en Italia estaba en boga y encontramos grandes jabonerías en ciudades como Génova y Venecia. Colbert, que era el ministro de finanzas del rey Luis XIV, quiso dar un empuje a las jabonerías francesas e hizo venir a jaboneros italianos y los estableció en Marsella, pero a condición de no emplear otros aceites que los del país, ni otros operarios que los franceses. La primera receta que se conoce del jabón de Marsella se preparaba con una mezcla de huesos (ricos en potasa), aceites vegetales (72%) y grasas animales (28%). Este jabón era muy bueno para la ropa, ya que las grasas animales son muy eficaces para la limpieza. De la fórmula original poca cosa queda hoy en día, teniendo en cuenta que no sería un producto muy bien visto en la sociedad actual. Actualmente se conoce como jabón de Marsella el jabón fabricado en la zona de Marsella (denominación de origen) que tiene forma cuadrada y con el característico 72% de aceite. Mis jabones están hechos al estilo del jabón de Castilla, con una base de un 50% de aceite de oliva virgen. En otros posts de este blog hablo especialmente de cada uno de ellos. Os invito a echarles un vistazo. Espero que os haya quedado un poco más claro cuáles son los distintos tipos de jabón y cómo utilizarlos.
Ester